Editorial


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Podrían sin tanto esfuerzo proporcionar más datos en las fichas: ropa que vestían los cuerpos, edad aproximada, donde, tenía las heridas, cabello largo, corto, rubio, si se publica esa información alguien podría reconocer los detalles e identificar el cuerpo más fácil.
Si se halló boca abajo, boca arriba, llevaba sombrero, cinto, botas, tenis, chamarra, gorra, color de ropa, algún dibujo o letrero en la playera.
Si el individuo era delgado, esbelto, alto, chaparro; si la mujer era morena, qué tipo de zapatos o vestido llevaba, si dejaran a los reporteros echar un vistazo rápido a una escena, harían el trabajo más fácil.
Individualizar los muertos ayuda a que sus conocidos los ubiquen. Las muertes genéricas insensibilizan y saturan las noticias cada día. Hay pocos que puedan recordar detalles publicados a menos que sea un crimen mediático o de alguien famoso o popular.
Los editores conocen el protocolo, saben que hay que llamar a una ambulancia para dictaminar la muerte y luego al forense y que la subprocuraduría se hace cargo, para qué publicarlo cada vez.
Se trata de publicar datos más específicos sobre cada suceso, los tipos de heridas, los tipos de armas y de autos encontrados.
Mientras más información se tenga de un crimen se da un mejor seguimiento en otras instancias y relacionar los eventos con fechas, lugares, horas y tener los datos al alcance publicados para cuando se detenga a los responsables se pueda saber sobre cual de todos los homicidios se habla.