Dislexia, la piedra más dura contra el aprendizaje


Leer no es una necesidad básica, como comer, tomar agua o dormir. No hay asociada una parte del cerebro que sea específicamente para lectura, por ello la dificultad de los niños para aprender esta actividad, incluso una vez aprendida es difícil mantenerla en la vida adulta si no se le dedica tiempo.
La mayoría de los adultos rara vez leen más que lo indispensable. El promedio de lectura de México es de medio libro anual, y no se ha modificado en años, incluso puede que haya disminuido.
La dificultad para aprender a leer es tal que la actividad cerebral y atención consciente que implica aprender es significativa. Con la proliferación de celulares, tabletas y videojuegos, interesar a los menores en la lectura es cada día más difícil para los maestros y padres de familia.
Sucede a veces, que aunque un menor o adulto, le interese aprender a leer es incapaz de hacerlo. La enfermedad causante de este trastorno es llamada dislexia.
Detectar la dislexia en edades tempranas mejorará no solo el aprendizaje, sino la calidad de vida de muchos niños y niñas. Aunque es sumamente difícil detectar la enfermedad y diagnosticarla porque no hay estudio, ni test específico, ni una guía para detectarla.
Uno del los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por la ONU en 2005, menciona que se debe garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos, es obvio que aquellos aquejados de dislexia, diagnosticada o no, no podrán alcanzar este objetivo.
Una de las metas de este objetivo, el cuarto, del DS, dice que se debe asegurar para el 2030, que toda niña y todo niño termine la enseñanza primaria y secundaria, que ha de ser gratuita, equitativa y de calidad y producir resultados de aprendizaje pertinentes y efectivos.
El coordinador de la Clínica del Programa de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, José Benjamín Guerrero López, considera que entre el 6 y 17% de la población mundial pueden tener dislexia, en su mayoría hombres.
Con un porcentaje tan significativo es seguro que en cada aula exista al menos un alumno aquejado de este problema, que se manifiesta por una dificultad en el aprendizaje de la lectura y escritura.
Uno de los puntos de las metas del ODS, es alcanzar un nivel mínimo de competencia lectora. Lo cual es un derecho aunque los jóvenes lo vean como una obligación.
La dislexia es una dificultad para descifrar lo que hay escrito, sin importar si la persona que la padece haya recibido una educación convencional, disponga de las capacidades intelectuales y crezca en un entorno sociocultural adecuado.
Los especialistas enfatizan la importancia de recalcar que este trastorno no tiene nada que ver con la inteligencia, aunque su rendimiento escolar se va a ver afectado debido a la baja comprensión lectora asociada.
Afecta la velocidad de lectura y la comprensión de lo que se está leyendo. Es como si las personas con dislexia no estuviesen identificando las palabras y frases resultándoles muy complicado comprender qué leen.
Sin embargo, si alguien les lee el texto, no presentan ningún problema en la comprensión del mismo.
El origen neurobiológico y hereditario se presenta durante la etapa educativa escolar y que persiste en la edad adulta. Es importante que se descarte, a la hora de realizar el diagnóstico, cualquier otro tipo de problema, bien físico o psíquico, que pueda explicar esta dificultad en la lectura y la escritura.
El alumno duda
Al Padecer dislexia el alumno empieza a dudar de sus capacidades intelectuales, al querer emplear sus habilidades lectoras sin resultado, sobre todo al notar la facilidad con que sus compañeros escolares logran eso que a él escapa.

El sobreesfuerzo y confusión del estudiante no debe pasar desapercibido al docente que tendrá que redoblar los esfuerzos y no etiquetar como flojo, poco interesado o con problemas de aprendizaje a su alumno.
Algunos rasgos socio-emocionales que, de acuerdo a especialistas, se asocian a la dislexia, es un “sentimiento de culpa, depresión, frustración ante esperanzas y aspiraciones, falta de motivación escolar, desconsuelo, sorpresa, desesperanza o perplejidad ante su incapacidad", sobra decir que la dislexia es la principal causa de deserción escolar.
Aunque la dislexia es incurable, los alumnos pueden todavía aprender, por lo que es vital que los profesores aprendan a identificar de forma puntual a los alumnos con la complicación para poder darles el apoyo requerido para que logren los objetivos que se espera de ellos.
Los disléxicos son todos diferentes lo único igual es la incapacidad de entender lo que leen, no obstante cuando se les lee son perfectamente capaces de entender. Por lo que deben recibir apoyo de los mismos maestros o de sus compañeros para que puedan valerse de los demás sentidos para tener la educación a la que tienen derecho.
El mundo que se abre con la adquisición de la lecto-escritura es amplio y brinda no solo a los jóvenes y adultos la posibilidad de aprender y conocer costumbres y lugares que de ninguna otra manera son posibles de adquirir.
En las escuelas no hay las herramientas para detectarla pero el maestro debe conocer aquellas características que poseen los estudiantes con dislexia, y debe reconocer que no todos serán iguales, por lo tanto deberá implementar actividades que favorezcan al aprendizaje del lenguaje de manera multisensorial.
Evitar las actividades repetitivas al pensar que de esta manera se logrará conocimiento para el estudiante, y es fundamental para el sano desarrollo que a estos alumnos se les evalúe con su propio nivel, y esfuerzo realizado.
La importancia de la habilidad de la lectura es tal que, además es un derecho universal avalado por la ONU, debe ser tenida en cuenta por las autoridades de educación. Leer es una habilidad recreativa que permite el desarrollo sano del cerebro, despierta la imaginación y el pensamiento y valor propio. Leer eleva como nada la calidad de vida de las personas.