Ensenada, B.C.
Producir bolsas reusables es más nocivo para el ambiente, si se usan más de 100 veces es rentable su costo ambiental.
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La conciencia sobre el medio ambiente es una de estas nociones que ha tomado fuerza en los últimos años y lo que antes era visto como un capricho idealista y progresista, ahora es una preocupación a la que cada vez más personas alrededor del mundo están prestando atención.
Pero con estas preocupaciones también llegan compromisos que deben tomarse en cuenta para no caer en el conformismo ya que a veces lo que es mejor para el planeta puede llegar a ser contraproducente.
El uso de las bolsas de plástico en tal vez el ejemplo perfecto de este fenómeno y su uso parece estarse extinguiendo poco a poco. Están prohibidas en tiendas, ciudades e incluso países enteros y en su lugar se están viendo estas bolsas más robustas, reusables y supuestamente amigables con el ambiente, pero entonces, ¿El problema está solucionado?
Ciclo de vida y producción
Cuando se observa detalladamente el ciclo de vida de un producto, lo que es bueno para el medio ambiente puede llegar a ser complejo.
Existen cinco tipos de bolsas que son las más populares, las cuales son:
- Bolsas de plástico de un solo uso
- Bolsas de plástico biodegradables
- Bolsas de papel
- Bolsas reusables de plástico
- Bolsas de algodón reusable
Evaluar el ciclo de vida de los materiales ayuda a tomar mejores decisiones a la hora de consumir.
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De esta lista podría pensarse que la mejor opción son las bolsas reusables de carga pesada, después de todo son las que en la actualidad se usan más en súper mercados y tiendas departamentales.
Sin embargo, a veces la intuición no se alinea con la realidad y esto es claro cuando los expertos evalúan el ciclo de vida de estos materiales.
Hablar de ciclo de vida puede ser simple o muy complejo, es básicamente un estudio que observa el impacto ambiental de un producto. Los investigadores estudian paso a paso cómo se fabrica, se usa y se dispone de un producto , lo complejo es medir el impacto en términos de gases de efecto invernadero y huella de carbono.
Existen un gran número de estudios de esta clase, las conclusiones tienden a ser las mismas. Pero uno de los más importantes realizado en 2018, por la Agencia de Protección Ambiental de Dinamarca, sumaron el total de gases de efecto invernadero emitidos por estos tipos de bolsas.
Los investigadores se dieron cuenta que producir las bolsas de plástico, las cuales están hechas de polietileno de baja densidad, y las bolsas biodegradables producían más o menos la misma cantidad de gases de efecto invernadero.
Pero si a eso le añadimos el incremento de agua, el uso de fertilizantes y de pesticidas en la agricultura necesaria para producir las bolsas biodegradables (la cuales están hechas de almidones vegetales), desde un punto de vista de producción, las bolsas biodegradables terminan siendo más dañinas que las bolsas hechas de petróleo.
De forma similar, para hacer una bolsa de papel, lógicamente hay que empezar por talar un árbol y, si bien saber cómo se maneja la producción de madera para papel en un bosque en específico es difícil para esta comparación, es bien sabido que el proceso para convertir pulpa de madera en una bolsa de papel también emite una gran cantidad de gases de efecto invernadero.
De acuerdo a los cálculos de este estudio danés, producir las bolsas de papel cauda un daño similar a las bolsas de plástico de un solo uso.
En lo que respecta a las bolsas reusables de plástico, estas también están hechas con petróleo y se necesita más de éste para hacerlas más gruesas y durables, por lo tanto, hay un mayor impacto. Sin olvidar la gasolina usada para transportar estas bolsas a las tiendas correspondientes.
¿Y las bolsas de algodón?, después de tratar con petróleo y tala de árboles, pueden parecer la mejor opción, pero no hay que olvidar que el material sigue viniendo de algún lugar del planeta tierra y justo como la producción del plástico biodegradable, cultivar algodón requiere enormes cantidades de campo, agua, fertilizantes y pesticidas.
Así que, en lo que respecta a producir la bolsa en cuestión, la bolsa de plástico les gana a las otras en casi toda medida. Y la peor bolsa sería la de algodón, por mucho.
El uso, reuso y desuso
El mal aspecto que tienen las bolsas de plástico al ser desechadas es lo que les da su mala fama.
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El hecho de producir un material no refleja lo que pasa en la totalidad del ciclo de vida de un producto. No hay que olvidar que ultimadamente a estos productos se les da un uso y es aquí donde el factor más importante entra en escena.
Para completar la comparación entre estos materiales lo que hay que ver es cuantas veces se necesitaría reusar un producto para compensar su impacto ambiental en vez de usar una bolsa diferente en cada compra.
De acuerdo al estudio de la Agencia de Protección Ambiental de Dinamarca, así como otro realizado en 2011 por la Agencia Ambiental del Reino Unido, las bolsas de papel y las de plástico biodegradable son prácticamente iguales a las de plástico tradicionales.
Mientras tanto las bolsas plásticas reusables más gruesas necesitarían usarse al menos 6 veces para compensar el impacto en el cambio climático que producen, mientras que las bolsas reusables de algodón tendrían que usarse al menos 149 veces.
Si bien, estos números parecen poner a la bolsa de plástico en una posición ventajosa y la industria del plástico está más que feliz de usar esta lógica para cabildear en contra de las regulaciones del uso del plástico, es en donde entra el último factor y quizá el más importante; la disposición de estos materiales.
Cómo disponer de las bolsas
El talón de Aquiles de la bolsa de plástico es este, no hay una buena forma de deshacerse de este material, que es el mayor responsable del aspecto desagradable y alarmante que la contaminación de los suelos y mares representa.
Es difícil saber con exactitud sobre la fracción del plástico que es reciclado actualmente, pero se sabe que es bajo, posiblemente alrededor del 1 a1 3% de las bolsas de plástico son recicladas alrededor del mundo. Y las que no son recicladas son bien conocidas por desperdiciarse en los suelos, tapar sistemas de drenaje y contaminar las aguas.
Por otro lado, las bolsas de papel son reciclables, pero si se dejan en el ambiente por sí solas despliegan metano, un gas de efecto invernadero muy potente.
Las bolsas reusables de plástico y algodón pueden ser recicladas, pero eso no significa que siempre lo sean, pues alrededor del 15% de los textiles terminan siendo reciclados.
Los hábitos de la gente tienen la última palabra
Los malos hábitos de consumo y la falta de una política para la correcta disposición de bolsas de desecho con plástico causan estragos en el ambiente.
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Después de todo el uso del mejor material depende finalmente de los hábitos individuales de cada usuario, como cuantas veces cada bolsa es reusada y como se dispone de estas.
Producir las bolsas de plástico tradicionales tiene un impacto ambiental más bajo que las demás, pero cuando se convierten en basura es donde el dilema comienza y es un problema masivo que aún no tiene una solución viable.
Las bolsas de plástico biodegradable y las de papel tienen un impacto ambiental mayor durante su producción, pero a su vez reducen el problema de la basura. Las bolsas reusables de plástico son una buena solución si se reúsan lo suficiente. Las bolsas reusables de algodón tienen por mucho el mayor impacto ambiental al producirse y tienen que reusarse un gran número de veces para mitigar su daño.
Tampoco quiere decir que las bolsas de plástico sean buenas, no lo son, pero es importante recordar que las alternativas también tienen un impacto ambiental y no erradican el problema por completo. En especial si los malos hábitos de consumo de plástico no cambian en lo más mínimo.
Así que no importa de que están hechas las bolsas que usas, la mejor forma de minimizar su impacto ambiental es reduciendo la cantidad de estas y reusarlas tanto como se pueda.
Y aunque el uso de bolsas es solamente una porción de la huella humana en el planeta, pero analizar el ciclo de vida de los productos de consumo puede ser una buena forma de analizar así todos los aspectos de la vida, desde la ropa, la comida que ingerimos y la movilidad.
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