Ruiz y Séptima, del Teatro Centenario al Cine México
La historia de México, desde antes de la colonia hasta la época de independencia y sus dos centenarios, ha sido de búsqueda y consolidación de la identidad nacional.
En ensenada no ha sido diferente, a pesar del diferido desarrollo cultural con centro del país, el surgimiento al norte fue más tardío por lo que el sentido de arraigo se dio con menor fuerza, los gobiernos han necesitado reforzar la soberanía de la región norte cada cierto tiempo.
En los estadíos finales del porfiriato, específicamente en 1909, a nivel nacional se inauguraron edificaciones y monumentos para conmemorar el centenario del inicio de la independencia, el monumento a Hidalgo por ejemplo. Por lo que en 1910 abrió sus puertas el Teatro Centenario ubicado en la esquina de la calle Ruiz y Séptima.
Siendo en aquella época la capital del Distrito Norte de la Baja California (1882-1915) se buscaba la convivencia de la sociedad, y existía una necesidad de esparcimiento para las mil 233 personas reportadas en el censo para esos años.
El edificio proyectado por el arquitecto italiano Massimo Posso, (el mismo que diseñó el pedestal del monumento a Hidalgo), significó el refuerzo de la actividad de entretenimiento para ese momento de Ensenada.
El Teatro Centenario por años fue escenario de presentaciones cinematográficas, obras de teatro, eventos sociales y escolares, veladas literarias.
Arquitectura del Edificio
La construcción del Teatro Centenario de 1910 fue a todas luces neocolonial, influenciada por los edificios de los conventos de que las distintas órdenes religiosas trajeron a la Nueva España inspirados en la europa medieval.
Aunque las edificaciones del porfiriato en México tenían una cimentación ingenieril y un corte europeo cargado a lo francés, los siglos de la colonia y el virreinato siguen presentes en edificios de casi todas las ciudades a lo largo y ancho del país.
Ensenada desde sus inicios fue una ciudad distinta a las del resto del país, fue proyectada como una colonia inglesa, de ahí que los gobiernos quisieran mexicanizar su aspecto con edificios con forma colonial, patios interiores, corredores porticados, frontones, balconerías y forjados de hierro.
Construida en concreto armado a la más pura tradición constructiva del porfiriato, muros de madera con dos cubiertas a distintos niveles hechas también en madera a dos aguas, escalinata que evoca a los accesos de las iglesias, con el frontón centrado llevaba la palabra teatro y con una marquesina, con la inscripción centenario.
Destaca la exacta simetría de la fachada y sus laterales idénticas, con salidas con escalera a los lados y ventanas cuadradas a distintas alturas.
Los remates, molduras y detalles le brindan al edificio ese toque francés que distinguió a los edificios de la época del porfiriato de los que años después los revolucionarios nacionalistas tratarían de deshacerse.
Desgraciadamente, el uso y esplendor del Teatro Centenario quedó atrás y en la década de 1940 tras un incendio se demolió totalmente y se edificó en el mismo sitio el Cine México, un edificio moderno que aún se conserva a pesar del abandono y la pérdida de la identidad del sitio, por la parte de atrás donde estaba la pantalla, se abrió una tienda de artículos de un solo precio y por el frente ahora es una farmacia, existe una optica y diversos negocios entre ellos una pizzería.
El edificio mantiene su esplendor que le da su identidad de modernidad al que se le han dado distintos usos, fue por muchos años una tienda de videos.
Aunque el Teatro Centenario se conserva solo en fotografías le otorgan al espacio y la nueva construcción del Cine México y su uso actual un derecho de permanencia histórica que se debería no solo preservar sino potenciar.