El entorno de Baja California, de gran belleza natural está siendo destruido de manera sistemática.
Foto: Cortesía.
Cada vez que se acerca alguna de las carreras, ya sea la Baja 500 o la Baja mil, escribo un artículo comentando las graves afectaciones que ocasionan a nuestras regiones naturales y a la mentalidad de nuestros jóvenes.
Hay personas que me preguntan por qué insisto en este tema, argumentándome que estas carreras, debido a su popularidad, nunca dejarán de hacerse, no importando el hecho de las afectaciones que ocasionan, además, siempre me insisten en la supuesta derrama económica, la que utilizan como justificación para todos los destrozos que hacen.
En realidad nunca he propuesto que dejen de hacerse, sino que deben regularse y acotarse de acuerdo a las leyes ambientales, cosa que jamás se ha hecho.
Me doy cuenta de lo difícil de lograr mi propuesta, ¡imposible! muchos me dicen, pero eso no es razón para dejar de insistir.
La razón de que haya personas que me digan que es imposible cambiar la situación actual, es debida a la ignorancia, a un desconocimiento de lo que es la naturaleza y lo que significa para los seres humanos.
Esta ignorancia tiene niveles altos ya que esas personas, muchas de ellas fanáticos de dichas carreras, piensan que vale más cualquiera de los vehículos que participan en dichos eventos que la naturaleza.
Valoran más las máquinas depredadoras, que el entorno natural de nuestra península, uno de los más variados y biodiversos del mundo. Pero lo más sorprendente es que no se den cuenta, o no quieran darse cuenta, de que tenemos encima problemas ambientales fuertes, y realizar carreras, como las Baja’s, es echarle más leña al fuego.
En Baja California, y en Ensenada en particular, a la naturaleza no se le ama, más bien se le ve como un estorbo, algo que no ayuda a conseguir dinero.
Contrasta esta situación con el hecho de que tenemos un entorno natural de gran belleza, lleno de biodiversidad.
En Ensenada se ha estado destruyendo sistemáticamente este entorno: playas, costa, vegetación, lagunas, dunas costeras, contaminación del mar, etc.
Es mucho el daño y los destrozos a la naturaleza que desde años se le ha venido haciendo a la bahía de Ensenada.
A los ciudadanos no parece importarles, al contrario, apoyan los proyectos depredadores como las Baja’s. Las autoridades solo les interesa el dinero y así, ellos son de los más beneficiados con la supuesta derrama económica que dicen dejan estas carreras.
Con estas carreras me doy cuenta del verdadero significado de la palabra “fanático”, su esencia es la irracionalidad y la falta de respeto hacia los demás, se trata de personas que no razonan y solo quieren imponer sus gustos, aún en contra de ellos mismos, como es el caso de estas carreras, ya que cada vez que se realizan sus impactos, tanto naturales como sociales, nos afectan a todos, incluyendo a los fanáticos, aunque ellos no quieran darse cuenta.
Tenemos una sociedad que no ama la naturaleza y el entorno tan maravilloso que nos rodea. Por eso, ya hace tiempo que llegué a la conclusión de que tenemos una tierra, Baja California, que no merecemos, ya que no la cuidamos ni la conocemos, ni nos interesa hacerlo.
Así, podemos aplicar perfectamente las palabras de Jesucristo cuando decía “no den perlas a los puercos”. Así nos comportamos cuando consideramos a la naturaleza un estorbo para el “desarrollo”; cuando preferimos que vengan carros a competir y destruir ya que traen una “derrama económica”, además que a los fanáticos les gustan; cuando a las autoridades les importa más su beneficio personal, que las consecuencias ambientales de estas carreras, y no solo de ellas, sino de muchos otros proyectos incompatibles con nuestros espacios naturales.
Y en estas absurdidades les estamos heredando a nuestros hijos una tierra cada día más pobre.
Mi insistencia en protestar, desde hace muchos años, contra este tipo de eventos depredadores, sí ha tenido algunos resultados positivos. De algo han servido mis protestas. Digo esto porque mis artículos han sensibilizado a muchas personas y las burlas y mentadas de madre que antes recibía de una manera generosa, cada vez disminuyen más y por lo contrario, las muestras de apoyo han crecido considerablemente.
Espero que llegue un día en que esta ciudad tenga gentes y autoridades que si amen a la naturaleza, la que nos da vida, y corran de aquí estos eventos destructivos. Y ojalá que cuando llegue ese día no sea demasiado tarde.
Mientras seguiré insistiendo en mis protestas, no importa que nadie me haga caso, no importa que me digan que es una causa perdida. Mis luchas son por causas que creo justas, las vaya o no a ganar.
Ojalá que esos fanáticos fundamentalistas, se den cuenta del gran daño que hacen estas carreras y que al enseñar a sus hijos el gusto por estos eventos les están dejando una herencia absurda, contraria totalmente al amor que le debemos a nuestro entorno natural.
Urge en nuestro país que desde la primaria se enseñe el amor a la naturaleza a través de materias que pongan a los niños en contacto con ella, salgan al campo, exploren los alrededores, conozcan la flora, fauna y geografía que nos rodea, sepan muchas cosas que nos permiten vivir aquí.
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