Los incendios devastadores que afectan a ciudades como Los Ángeles son una confirmación de lo que científicos han advertido desde hace décadas: los fenómenos climáticos extremos serán cada vez más frecuentes y destructivos.
A pesar de los esfuerzos globales, los efectos del cambio climático no han podido ser detenidos, dejando como única alternativa mitigar sus impactos y adaptarse a esta nueva realidad.
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La reciente devastación en Los Ángeles, considerada una de las peores en la historia de la ciudad, subraya la magnitud del desafío. Si una metrópoli con los recursos e infraestructura de un país de primer mundo enfrenta tales dificultades, ¿qué pueden esperar ciudades más modestas, sin personal ni equipamiento especializado? En regiones como California, Arizona, Nevada y Baja California, factores como la baja humedad, los vientos de Santa Ana y la falta de preparación agravan la situación, convirtiendo a los incendios en una amenaza constante.
Es urgente que las autoridades de protección civil adopten estrategias más innovadoras y efectivas. Esto incluye capacitar personal, desarrollar nuevos materiales para combatir incendios y modificar normativas de construcción para que los edificios y zonas naturales sean más resistentes a estos eventos.
También es esencial identificar y restringir el desarrollo en zonas de alto riesgo. Además, se debe abordar el problema desde la raíz: la gestión adecuada de la vegetación que, como en este caso, creció rápidamente tras temporadas de lluvias intensas, pero se convirtió en combustible seco durante los periodos de sequía.
El dato es demoledor, cambio climático ha aumentado la frecuencia de estas condiciones extremas —conocidas como “latigazos climáticos”— entre un 31% y un 66% desde mediados del siglo XX. Ahora, las zonas afectadas por incendios enfrentan una nueva amenaza: los deslaves durante la temporada de lluvias. Este sombrío panorama exige acción inmediata y un enfoque integral que permita no solo responder a los desastres, sino también anticiparlos y reducir sus impactos. Adaptarse ya no es una opción, sino una necesidad.